en silencio y a los gritos

“Como Horacio, querés, pero te olvidaste las patas en algún zaguán del sur. Querés, pero para subir al tren no alcanza con saber trepar. Primero hay que caminar, pie detrás de pie. Luego saber sostenerse. En el fondo, yo. Yoyo. Carretel SIN piolincito”

No hago magia, y soy la Maga
de esta cábala samurai
No compito, sólo remo
en ansiosa túmbula espacial

Los músculos ya no me favorecen
debería devolverle al mal dios
la puta costumbre de animar los funerales de otros,
debería -simple y humildemente-
aventurarme a degustar salado café en el mío
(en silencio y a los gritos)

“¿el asiento? No, gracias, siéntese usted. Voy de pie, el amor, el dolor y el calor no me dejan pensar. Perdón, sentar.”